LA NATURALEZA DEL JUEGO.
Cuando somos pequeños y jugamos
en el patío de una casa, en la calle, en el recreo o en la playa entendemos el
juego en su faceta más hedonista. El placer de jugar, de relacionarnos, de que
aparezca la creatividad, de demostrar concentración y de respetar las fases más
naturales del juego de un modo incansable.
Incluso sin haber nadie que rija o vele por el
juego ( árbitro) el juego se da en su fase más emocional - procedente del resultado de la situación de
juego-, su fase más creativa- en la aplicación de recursos
físico-técnico-tácticos y en su fase más
organizativa- grado de conjunción, comunicación
y reparto de roles entre los elementos-. Y en este tipo de juego, todo
el mundo suele aceptar las normas que rigen el juego.
Cuando pasamos a un nivel de
organización mayor, fútbol procedente de las asociaciones( fútbol peñas
(recreativo –competición) , fútbol federado , fútbol base federado, fútbol federado de
alto nivel)… Parece ser que la guía emocional puede más que la fase creativa y
organizativa. El hecho de afrontar con
más perfeccionamiento la fase organizativa y creativa del juego y
que haya un resultado de por medio va incrementar el aspecto emocional pero los
entrenadores no deberían dejarse llevar por esto, ya que creo que es inherente
al nivel de acciones que se producen durante el juego y fuera del juego (
animación, espectadores, medios de comunicación, expectativas…).
Lo más bonito de este juego está
en que creemos situaciones que creamos
los entrenadores, dirigentes , espectadores , medios de comunicación y las
propias expectativas de jugadores de fútbol descontextualizados( en referencia
al fútbol peñas) y no entendemos que los grandes jugadores , sobre el tapete,
hacen lo que los jugadores hacían a veces en la playa, en la calle, o en el
colegio. Va con su naturaleza porque entienden la naturaleza del juego y como
son profesionales o pueden llegar a serlo (en el caso del fútbol base) son
capaces de abstraerse de todo ello.
Cuando esto no se entiende y cuando
no respetamos las normas del juego ni al que vela por ello surge la violencia.
Y esto hace daño al juego. Cualquier técnico, dirigente, jugador, árbitro,
periodista que viva de esto debería proteger su deporte como un tesoro. Debería
obviar el beneficio que puede sacar de esto: resultado, dinero, promoción,
protagonismo… y saber proteger el deporte que amamos para el bien futuro de
este.
Os imagináis un fútbol:
-
Sin discusiones entre banquillos
-
Sin que los jugadores protestaran continuamente
al árbitro
-
Sin que los entrenadores protestaran
continuamente o esporádicamente al árbitro
-
Sin que los jugadores o entrenadores fomentaran
la pérdida de tiempo
-
Sin que los jugadores o entrenadores jugaran con
el reglamento engañando al cuerpo arbitral.
-
Que los jugadores del banquillo animaran a su
equipo constantemente
- Que los entrenadores estuvieran 100%
emocionalmente involucrado en el juego ( espacio, tiempo, gestualidad,
comunicación entre los elementos-jugadores- del equipo y la interacción con el
rival).
Cuando pretendáis que vuestros
jugadores hagan lo que vosotros deseáis tendréis que predicar con el ejemplo.
«Cuando fui padre
descubrí dos cosas: la primera, que los niños nunca escuchan lo que dices pero
se fijan en lo que haces; la segunda, que nada de lo que se dice en la mesa a
la hora de la cena se olvida jamás», indicó gráficamente. Esto es, el ejemplo y
el reconocimiento público de los errores son la mejor forma de enseñanza”
Howard Gardner
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