Después de los días festivos navideños, volvemos con la gran noticia del galardón recibido por un entrenador español, de un entrenador sencillo, humilde, de alguien cercano, de andar por casa. Todo esto tiene que animarnos a seguir formándonos para conseguir nuestros sueños.
Aprovechando
el premio de Don Vicente Del Bosque y la sugerencia que teníamos para hablar
sobre la inteligencia emocional, hoy subimos este artículo porque pensamos que
algo característico de Vicente Del Bosque, es el gran control de emociones, y
la buena dirección de ellas.
La
inteligencia emocional es una forma de interactuar con el mundo que tiene muy
en cuenta los sentimientos, y engloba habilidades tales como el control de los
impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la
empatía, la agilidad mental, entre otras cosas. Por todo ello se recalca la
importancia de conducir adecuadamente nuestras emociones al servicio de los
hechos. Todo esto extrapolado a la labor del entrenador/a nos sugiere que un
control de nuestras emociones dirigiéndolas correctamente tanto en
entrenamientos como sobre todo partidos puede marcar la diferencia en la
consecución del objetivo.
Según
Salovey y Mayer (1990) y la revisión posterior de Mayer y Salovey (1997),la
inteligencia emocional consiste en la habilidad para manejar los sentimientos y
emociones, discriminar entre ellos y utilizar estos conocimientos para dirigir
los propios pensamientos y acciones. Su modelo se estructura en cuatro bloques:
1. Percepción emocional. Las emociones son percibidas,
identificadas, valoradas y expresadas. Se refiere a las emociones en uno mismo
y en los demás, expresadas a través del lenguaje, la conducta, obras de arte,
música, etc. Incluye la capacidad para expresar las emociones adecuadamente así
como la capacidad de discriminar entre expresiones precisas e imprecisas,
honestas o deshonestas.
2. Facilitación emocional del
pensamiento. Las emociones
sentidas se hacen conscientes y dirigen la atención hacia la información
importante. El estado de humor cambia la perspectiva del individuo, desde el
optimismo al pesimismo, favoreciendo la consideración de múltiples puntos de
vista. Los estados emocionales facilitan el afrontamiento. Por ejemplo, el
bienestar facilita la creatividad.
3. Comprensión emocional. Consiste en comprender y analizar
las emociones. Incluye la capacidad para dar nombre a las emociones, reconocer
las relaciones entre estas y las palabras. Por ejemplo, la tristeza se debe a
una pérdida. También incluye la habilidad para reconocer las transiciones entre
emociones, por ejemplo cómo se pasa de la frustración a la ira, o del amor al
odio.
4. Regulación emocional. Control de las emociones que incluye
la habilidad para distanciarse de una emoción, la habilidad para regular las
emociones en uno mismo y en otros, la capacidad para mitigar las emociones
negativos y potenciar las positivas, sin reprimir o exagerar la información que
transmiten, etc
Para Goleman
la inteligencia emocional consiste en:
-
Conocer
las propias emociones.
-
Manejar
las emociones.
-
Motivarse
a sí mismo.
-
Reconocer
las emociones de los demás.
-
Establecer
relaciones positivas con otras personas.
Si nos
fijamos entre estos dos modelos de inteligencia emocional no coinciden. Pero además
surgen otros modelos, como el de Reuven Bar – On, el de Petrides y Furnham,
etc.
Esto abre un
debate sobre ¿Qué es realmente la inteligencia emocional¿ ¿Cuál es el modelo
más apropiado? ¿Cuál nos conviene seguir?
Competencias
emocionales
Existen
diversos modelos de competencias emocionales. A continuación se presentan
algunas de las competencias más representativas, siguiendo el modelo del Grup
de Recerca en Orientació Psicopedagógica (GROP) de la Universitat de Barcelona.
Este modelo se ha experimentado con éxito en la educación y engloba competencias
como las siguientes:
La conciencia
emocional, consiste en conocer las propias emociones y las emociones de los
demás. Estos se consigue a través de la observación del propio comportamiento
así como del de las personas que nos rodean. Ello supone saber distinguir entre
pensamientos, acciones y emociones, comprender las causas y consecuencias de
las últimas, evaluar su intensidad, y reconocer y utilizar su lenguaje, tanto
en comunicación verbal como no verbal.
La regulación
de las emociones significa dar una
respuesta apropiada a las emociones que experimentamos. No hay que confundir la
regulación emocional con la represión. La regulación consiste en un difícil
equilibrio entre la represión y el descontrol. Son componentes importantes de
la habilidad de autorregulación la tolerancia a la frustración, el manejo de la
ira, la capacidad para retrasar gratificaciones, las habilidades de
afrontamiento en situaciones de riesgo (inducción al consumo de drogas,
violencia ….) el desarrollo de la empatía, etc.
“ La conciencia
emocional consiste en conocer las propias emociones y las emociones de los
demás”
Algunas
técnicas concretas son: diálogo interno, control del estrés (relación,
meditación, respiración), autoafirmaciones positivas, asertividad,
reestructuración cognitiva, imaginación emotiva, atribución causal, etc. El
desarrollo de la regulación emocional requiere de una práctica continuada. Es
recomendable empezar por la regulación de emociones como ira, miedo, tristeza,
vergüenza, timidez, culpabilidad, envidia, alegría, amor, etc.
La
autonomía personal,
es la capacidad de no verse seriamente afectado por los estímulos del entorno. Se
trata de tener sensibilidad con invulnerabilidad. Esto requiere de una sana
autoestima, autoconfianza, percepción de autoeficacia, automotivación y
responsabilidad. La autonomía emocional es un equilibrio entre la dependencia
emocional y la desvinculación.
Las habilidades
socioemocionales, constituyen un conjunto de competencias que facilitan las
relaciones interpersonales. Las relaciones sociales están entretejidas de
emociones. La escucha y la capacidad de empatía abren la puerta a actitudes
prosociales, que se sitúan en las antípodas de actitudes racistas, xenófóbas o
machistas, que tantos problemas sociales ocasionan. Estas competencias sociales
predisponen a la constitución de un clima social favorable al trabajo en grupo
productivo y satisfactorio.
Las competencias
para la vida y el bienestar, son un conjunto de habilidades, actitudes y
valores que promueven la construcción del bienestar personal y social. El
bienestar emocional es lo más parecido a la felicidad, entendida como la
experiencia de emociones positivas. No podemos esperar a que nos vengan estos
estados emocionales, sino que hay que construirlos conscientemente, con
voluntad y actitud positiva. Esto es posible y deseable.
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